Los hijos aprenden con nuestra sonrisa. Aprenden a sentirse queridos y valorados. Con una sonrisa aprenden cuando tienen nuestra aprobación ante sus actos o sus descubrimientos. Aprenden a expresar sentimientos de alegría, bienestar, amor. Los padres también transmiten su amor con la sonrisa. Divertirse juntos, jugando y riendo, les enseña a disfrutar, a impregnarse de positividad.
Por otra parte, son muchos los estudios que confirman los beneficios de la risa para la salud. Sirva como ejemplo mencionar los resultados de una universidad de California que han demostrado que reir cambia la química de la sangre, protege al organismo contra la enfermedad y la depresión, al igual que detiene las enfermedades cardiacas. Cada vez se confirma más que la risa mejora el estado psicológico y el estado físico del cuerpo humano.
Por tanto, ¿por qué no ponernos como objetivo fomentar en nosotros y en nuestros hijos un recurso tan universal y único?