Los niños manifiestan su creatividad de múltiples formas. Puede percibirse a través de sus dibujos, bien por la riqueza de detalles, por las escenas que representan, por los colores que usan, etc. También se aprecia su actividad creativa cuando juegan con construcciones, plastilina, cuando inventan y/o escriben historias o coreografías. A través de cualquier juego o actividad se puede hacer patente su capacidad creativa.
Pero además, a través de estas actividades se retroalimenta la creatividad pudiendo desarrollarse aún más. Como afirma Ken Robinson «la creatividad se aprende igual que se aprende a leer». Y, en el caso de los niños, se hace imprescindible estimularla y potenciarla.
No hay duda de los beneficios que supone el desarrollo de la creatividad. Esta capacidad facilita y fomenta la expresión de sentimientos e inquietudes (y no sólo en los niños). Lo que supone una magnífica herramienta de exteriorización y cierta liberación. Por otra parte, la creatividad posibilita enfrentar situaciones nuevas o difícilies facilitando los recursos para salir adelante ante determinadas situaciones.
Somos más creativos cuando hacemos lo que nos gusta, cuando desarrollamos algo que nos apasiona. Por eso es interesante dejar hacer a los niños investigando, descubriendo, para que vayan encontrando lo que más les atrae porque además será ahí donde conseguirán mayores logros.