Los pensamientos giran en la cabeza. No te permiten centrarte. Si algo te preocupa, intentas buscar una solución pero estás tan implicado y, a veces, tan superado por el problema o la preocupación que te impide encontrar una salida o la forma de afrontarlo.
Cuando esa situación te invada te propongo que cojas un papel y un lápiz, y te lances a plasmarlo dejando que todo empiece a fluir. No te preocupes por la caligrafía o la limpieza del papel o si estás redactando mejor o peor. Sería comparable con el hecho de hilar una madeja de lana. Vas tirando y va fluyendo y tomando forma.
A veces, el soltar lo que tienes dentro te hace verlo de otra manera. Vas desenmarañando y va quedando atrás lo que no tiene importancia realmente y vas viendo más claro una posible salida a tu preocupación.
Si no encuentras una
solución, sí te ayuda a centrarte más en ver cual es el verdadero
problema que tienes que solucionar y optar por buscar como afrontarlo.
Otras
veces, sencillamente te das cuenta que no tienes motivo para
preocuparte. Has podido ver las cosas desde otro prisma, con más
claridad y descubres que dabas importancia a cosas que no la tienen.
En
cualquier caso, encontrarás desahogo al ir sacando y enfrentando de
alguna forma tus inquietudes o miedos o temores. Funciona como la
meditación. Te puede ayudar a alejarte del torbellino, saliendo de la
nube y viendo las cosas desde una cierta distancia y cambiando la
perspectiva.
Como padres, las cuestiones relativas a tus hijos
pueden inquietarte o angustiarte a veces. Prueba a aplicar esta técnica
que te propone tupsicologainfantil.