Muchos adolescentes muestran una actitud negativa ante el estudio. No encuentran una razón para estudiar. No quieren hacerlo y, a veces, cuando lo hacen es con desagrado o insatisfacción.
Obviamente, para todos los casos no habrá una misma explicación a esta situación donde confluyen diversos factores. Las características propias de esta etapa como los intentos por reafirmar su identidad, la necesidad de independencia, la importancia de las relaciones sociales, la historia de malos resultados académicos, el reconocimiento de sus obligaciones dentro del ámbito familiar, etc., influyen en la forma en que se relacionan con los estudios.
Los padres se preguntan qué les pasa, por qué no les motivan los estudios, por qué pierden el tiempo.
Pero ¿cómo se ven los adolescentes? Y ¿cómo se quieren ver en un futuro?
Conocer sus gustos, saber qué capacidades tiene, qué cosas se les da mejor, qué temas le interesan, cuáles son sus sueños,… le puede ayudar a encontrar una motivación para hacer las cosas. Visualizar hacia donde quiere ir le facilitará encontrar un camino dirigido a sus objetivos, donde encontrar sentido a su esfuerzo.